fe de erratas

11 oct 2012

El neoliberalismo contra los trabajadores

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El neoliberalismo contra los trabajadores

Adolfo Orive

La reforma laboral redactada por los tecnócratas y que apoyan desde el Congreso de la Unión los políticos al servicio del neoliberalismo, constituye el ataque más grande que ha sufrido el pueblo mexicano desde la reforma al artículo 27 constitucional de 1992.

La reforma tiene por objetivo principal abaratar los costos salariales y precarizar la fuerza de trabajo —para que la economía “crezca”— mediante la subcontratación, contratos a prueba, contratos por capacitación y por hora sin la posibilidad de que el trabajador acumule derechos. El abaratamiento del ingreso de los trabajadores, en consecuencia el de sus familias, reducirá su poder adquisitivo y, por lo tanto, la capacidad de compra del mercado interno. 

El fin inevitable de este panorama es la quiebra de las micro y pequeñas empresas, modalidades ambas que contratan al mayor número de trabajadores en México. Entonces, el resultado será, en los próximos años, más desempleo, más subempleo, más empleo informal y, lo peor de todo, más jóvenes cooptados por el crimen organizado.

En el mundo en desarrollo, la manera de aumentar la tasa de crecimiento de una economía es al contrario de lo propuesto por la reforma; es decir, 
incrementando la productividad, y ésta se eleva mejorando la capacidad tecnológica y organizativa de las empresas, no abaratando los costos salariales. El Estado debe participar, con una banca de desarrollo y políticas sectoriales estratégicamente dirigidas, para promover la adquisición, por las micro y pequeñas empresas, de equipo de un mayor nivel tecnológico, así como para transformar la forma individual de enfrentar la competitividad por estas empresas a una organización enclusters o cadenas de valor jaladas por medianas y grandes empresas. 

También deberá capacitar no solamente a los trabajadores, sino a los micro y pequeños empresarios en todo aquello que les permita incrementar su productividad. De esta forma aumentarán sus ganancias los emprendedores y también los trabajadores. Y se echará a andar un círculo virtuoso de crecimiento del mercado interno, de la economía y de la generación de empleo. La competitividad se deberá lograr incrementando la productividad, no abatiendo el salario de los trabajadores.
En la Cámara de Diputados el voto de la izquierda se diferenció, desgraciadamente, entre los que piensan que las luchas se dan en términos de todo o nada y los que pensamos que en una correlación de fuerzas desfavorable, lo conveniente para la mayoría de la gente —en este caso para la mayoría de los trabajadores—, es luchar por reformas que reduzcan el efecto tan nocivo de la iniciativa presentada por Felipe Calderón.

 En este sentido, Movimiento Ciudadano y el Partido del Trabajo, además de firmar junto con el PRD y la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), todo un proyecto alternativo de reforma laboral, presentamos dos paquetes de reformas centrados en: 1) ponerle candados a la legalización de las formas de contratación como eloutsourcing, la contratación a prueba, la contratación por hora y la limitación de los salarios caídos a un año; y 2) poner todo un capítulo sobre productividad basado en los factores mencionados en el párrafo anterior.
Es preocupante que ante las posiciones de todo o nada, los integrante de la izquierda no fuimos capaces de exponer en los debates de la Cámara de Diputados nuestro proyecto alternativo de reforma laboral; y la comunicación que la opinión pública está recibiendo ahora está totalmente desviada a un tema que la iniciativa de Calderón usó para legitimarse —el de la democracia sindical—, mientras que lo más importante no se está debatiendo. Enfatizo: el artículo relativo al voto libre y secreto en los sindicatos es la fachada de la reforma laboral para legitimarse y desviar la discusión acerca del duro golpe asestado a los trabajadores mediante la legalización de las nuevas formas de contratación.

Ante una embestida neoliberal es necesario defender las formas de organización colectiva para evitar la atomización de la clase trabajadora. Cabe destacar que los trabajadores sindicalizados son los menos mal pagados. En la economía contemporánea el mayor poder está en manos de grandes corporaciones capitalistas; un poder tan influyente que el gobierno está, de hecho, en sus manos. Para que el Estado tenga cierta autonomía es fundamental que existan contrapesos al poder de las grandes corporaciones capitalistas y este contrapeso sólo puede venir de grandes corporaciones sindicales que defiendan —realmente— las capacidades, los derechos y la participación activa de los trabajadores.

Sólo con este equilibrio de poderes una economía puede basar su crecimiento en el aumento de la productividad y no en el abatimiento del nivel de vida de los trabajadores. Respecto a la democratización sindical, me refiero, fundamentalmente, a procesos emprendidos de abajo hacia arriba. Durante más de 20 años luché directamente, junto a miles de compañeros, por democratizar desde las bases la vida sindical en: Altos Hornos de México, Aceros Planos, Siderúrgica Lázaro Cárdenas Las Truchas, Nacozari, Teléfonos de México, en la cuenca carbonífera y en la sección 7 del magisterio; es por ello que, con base en esa experiencia —no desde un escritorio, tomando café— puedo asegurar que la democracia sindical se logra, sobre todo, mediante la lucha, organización y concientización de los trabajadores.
2012-10-07 01:30:00

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