fe de erratas

23 ene 2014

Husos y costumbres El vendedor más grande de Pemex

Husos y costumbres        
Regresión electoral             
Moches institucionalizados
Árbitro contemplativo       
Julio Hernández López
Foto
EJECUCIÓN. En Miacatlán, Morelos, recibe consuelo Edelmira Arias, prima de Édgar Tamayo, quien fue ejecutado ayer por el gobierno de TexasFoto Ap
Son otros husos. El reloj político de Enrique Peña Nieto (ahora que su secretario del Trabajo ha puesto de relieve la cronometría de lujo) funciona mejor en horarios foráneos, esta vez en Davos, Suiza, a donde ha llegado con una aureola ogmandinesca, portafolio andante de ofertas que mucho emocionan a los grandes inversionistas asombrados de que esté en curso final la comisionable apertura incruenta de la riqueza energética mexicana a los capitales extranjeros.
El vendedor más grande de Pemex presume ante la alborozada clientela las manecillas que le han permitido lucir la muñeca (asumiendo que en esta parte del brazo lleva su ajustada máquina de medición del tiempo). Son dos, aunque su nombre es lo de menos, pues lo que importa es la funcionalidad que aportó ese par de saetillas, los partidos de presunta oposición que bajo pacto le permitieron al empeñado relojero llegar a la sede del Foro Económico Mundial para sincronizarse con esos husos horarios, políticos y económicos, que creen posible regir en delante los nuevos tiempos mexicanos dominados.
En la secuencia nativa de sucesos se mantiene (implacable, a contratiempo) el horario huso político de los usos y costumbres. La modernidad concesionista del peñanietismo se nutre y fortalece con las regresiones apenas disfrazadas de avances. 
Como siempre, el poder cesarista de tres colores se apropia sin recato de las operaciones electorales para asegurar la propia continuidad en el mando y para frenar o condicionar a los opositores. Al más conocido de los estilos del tianguismo partidista, se canjeó el voto de la derecha de blanco y azul en favor de las reformas energéticas (ahora motivo de jactancia en los Alpes) por la aprobación de modificaciones de índole electoral y política que son poca cosa frente a lo que la ciudadanía necesita, pero suficiente para que el PAN sostenga su discurso de presunta coautoría exitosa de algunos de los cambios polémicos que ha impulsado el PRI.

Viendo hacia el futuro, el paso adelante consiste en regresar al pasado porfirista, restableciendo las variantes del releccionismo, ahora circunscrito a presidentes municipales y legisladores, mañana tal vez extendido a gobernadores (¿hay uno solo que esté ejerciendo de manera medianamente aceptable el poder?, ¿uno que no robe, que escuche a la gente y trabaje por ella?, ¿hay un mandatario estatal que mereciera un segundo periodo?) y eventualmente coronado con la maquinación mayor, la de la Presidencia de la República disponible para seis años más.
Ese mismo partido conservador aliado con el peñismo para producir espejismos de modernidad aperturista vive una guerra intestina por el poder entre bandos movidos por los más atrasados mecanismos políticos. El jefe de un bando llama frustrados a sus adversarios y el jefe del otro compara al PAN de Madero con el PRI de Humberto Moreira, en tanto un ex secretario del Trabajo acusa de ser el payaso de las cachetadas a ese dirigente actual del partido de blanco y azul (un pariente del llamado Apóstol de la Democracia que significativamente enarbola el lema de Sufragio masivo, sí reelección).
Como en los tiempos más arcaicos (que en los calendarios reales constituyen el presente), el partido que antaño juraba fidelidad aunque fuese discursiva a la decencia y la legalidad, hoy juega al cinismo y al pragmatismo al referirse a la vergonzosa exhibición de uno de los males sembrados en el sistema electoral para degradar a los presuntos opositores, el de la corrupción institucionalizada para financiar precampañas y campañas. Panistas de élite (se ha acusado al coordinador de los diputados federales de ese partido) habrían condicionado a presidentes municipales para que les entregaran una parte de los recursos presupuestales que esos mismos legisladores consiguieran para sus correligionarios.
Esa suerte de cobro partidista de piso ha sido llamada moche, y los calderonistas que durante su esplendor sexenal practicaron fórmulas similares para financiar candidaturas ahora se lanzan contra los maderistas que prefieren asirse a tretas procesales (si no hay nadie que denuncie esos hechos formalmente, el comité nacional panista no tendría por qué entrarle al tema, es la excusa) para no ir al fondo del asunto, que es la extendida corrupción con cargo a los gobiernos propios para financiar movilizaciones y procesos electorales, práctica ésta existente en todos los partidos, en todos los niveles, en este mundillo del atraso político y democrático cuyos voceros de cúpula pretenden vender a México en el extranjero como paraíso de honestidad y legalidad, con el petróleo y los energéticos en general como mercancía a disposición de los generosos compradores que pagarán parte del costo de manera transparente y otra la dedicarán a los moches, que como dijo ayer el panista que preside el municipio de Celaya, no es problema sólo de su partido, sino del país en general.
  ¿Qué hora es?, preguntarían los promotores de los husos horarios extranjeros, y los usos y costumbres locales le contestarían: la que usted diga, señor, con el 10 o el 15 por ciento por fuera (de esa hora solicitada, desde luego; es decir, se habla aquí de minutos. Y de segundos).

Sí hay novedades, desde luego. Como la férrea inmovilidad militar en las inmediaciones de Apatzingán mientras se libraba durante horas una batalla cerrada entre las autodefensas, toleradas e impulsadas, y los templarios también merecedores de una solidaria porción de la comprensiva abstinencia federal. El gobierno central como árbitro contemplativo, como respetuoso observador de la manera en que civiles dirimen a disparo de cuernos de chivo sus muy particulares desavenencias. 
El tiempo no corre igual en las gélidas reuniones suizas que en la Tierra Caliente.
Y, mientras suenan campanadas anunciatorias de cambios en cuanto a usos y costumbres, como la sentencia de la Suprema Corte para dejar en libertad a una mujer acusada, en turbamulta, sin respeto del debido proceso de dar muerte a un recién nacido, ¡hasta mañana, con el final de la espera del paisano Édgar Tamayo!
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